JOSÉ LUIS GARCI
Dicen los que le admiran que José Luis Garci tiene una cultura cinematográfica inagotable y que su biblioteca sobre el asunto supera los 3000 libros. Libros todos completamente analógicos, vamos, de papel, leídos y releídos, nada de digitalizados en un libro electrónico, porque él no tiene ni móvil, ni correo electrónico, ni ordenador, ni tableta. Por no tener, no tiene ni coche, ni ninguno de esos cachivaches que nos ayudan y a la vez nos esclavizan. Quedamos en el Instituto Cervantes de Nueva York donde se conmemoran los 30 años del Oscar a su película Volver a empezar. Confieso que le conozco no sé si mucho, pero sí desde hace mucho tiempo. Le conozco desde mi infancia. Escribía con mi padre, José María González-Sinde. Hacían películas juntos, incluso las familias veraneaban juntas. Bueno, nosotros veraneábamos y ellos escribían en bañador Meyba y con un sombrerito que a Garci le caía muy bien y le daba un aire muy simpático de guionista americano de los años 50, allí con la Olivetti frente a un bungalow. Siempre ha sido simpático, siempre ha sido un excelente conversador. Siempre ha dicho muchos tacos, pero muy bien dichos, muy bien colocados. Siempre ha sido castizo sin ser vulgar. Siempre ha sido muy madrileño y, por lo tanto, muy de Nueva York.
Ángeles González Sinde, preámbulo de su entrevista en la revista Jot Down